jueves, 1 de noviembre de 2018

Emoción, miedo y ansiedad

Más de un año más tarde aquí me encuentro. En la otra punta del mundo, distinta pero siendo yo, siendo yo pero no la misma. 

He estado meditando mucho sobre lo que se siente estando lejos de casa y cómo eso no es el verdadero reto, ese no es el verdadero problema. 

Cuando te marchas fuera hay varias cosas sucediendo a la vez: la primera es la emoción de irte lejos, muy lejos. Pensando que marcharte implica que todo lo que te atormenta se queda atrás, pero no es así. 

La segunda cosa es miedo, miedo al cambio, a lo desconocido, a la soledad... La tercera cosa es ansiedad, resultado del miedo y de no saber qué es lo que pasará. 

Cuando me marché no me escuchaba, no me di cuenta del fantasma que llevaba dentro que me atormentaba, no me di cuenta que un polizón me vigilaba. Tristeza, ansiedad y depresión; hola de nuevo, hacía mucho que no me encaraba con vosotras de nuevo. 

El mundo es extenso y variado, el mundo tiene colores aunque algunos a veces seamos daltónicos.
Me he dado cuenta que llevo mucho tiempo viendo en grises y extraño esos momentos de euforia intensa que no tiene razón de ser. Me cuestiono mucho las cosas, me pregunto todo el tiempo cuando todo se caerá y, con perdón, se irá a la mierda. 

Buscar a Dios me tranquiliza, quejarme a él me consuela, pero me asusta que no sea suficiente siempre, que deje de estar enfocada, que mire hacia otro lado y cuando quiera volver a mirar me haya perdido... Otra vez. 

Estoy lejos de casa y siento emoción, miedo y ansiedad ¿Cuánto se puede llegar a cambiar estando solo? ¿en realidad la soledad se siente? Porque si fuera así, no estaría sola, estaría con la soledad a mi lado susurrándome cosas que llevo meses intentando obviar. 

lunes, 13 de marzo de 2017

Perdona

Lo que más duele del fin es perder quien serías aunque quien eres siga estando intacto. Querría decir que todas las partes de mi siguen siendo mías y siguen siendo propias, dueñas de lo que sienten y de lo que hacen.

Parece que no pueden entender que aunque sigo siendo yo ya no soy la misma. Una parte de mí, la que soñaba un futuro a tu lado ha muerto, catastróficamente y no volverá a la vida. Suena fatídico, aunque quizá no lo es tanto ya que, cual ave fénix, sueños pueden resurgir de esas cenizas en las que yaces muerto, en silencio e inmutable.

Quizá lo que más me ha dolido ha sido tu falta de valentía, que no fueras capaz de arriesgarte y amarme de verdad. Otra vez se puso serio y huiste, como siempre haces, aunque parece que a mí se me olvidara tu complejo ceniciento en el que sales corriendo despavorido cuando llega la hora.

Ojala me hubieras avisado de que las doce llegaban ya y así podría haberme preparado para el golpe, para no salir del castillo, para no encontrar el zapato de cristal. Simplemente hubiera dejado que nunca hubieras sido ¿habría sido posible?

Podría sonar como si me arrepintiera de todo lo que sentí y viví contigo. Para nada.

Volvería a vivir cada una de esas cosas con mayor intensidad aun, para dejarte bien marcado en mi mente y en mi cuerpo y no perderte nunca aunque lo intentara. Echo de menos tus abrazos, tus besos en mi frente y cuando te brillaban los ojos al mirarme.

Puede que nunca brillaran realmente y que solo fuera un reflejo de la luz, por eso quizá pensé que me querías aunque luego no hubiera más que afecto y costumbre. Que tonta fui en eso… Podríamos seguir siendo amigos, éramos buenos amigos, pero, en realidad, no puedo. No puedo hacer como si solo fueras un amigo porque te quiero demasiado, sueño contigo, sueño con tus manos, con tus besos, con tu piel…No puedo hacer como si nada de eso hubiera existido.

Me dueles en la piel, tú y tu nombre, tu recuerdo, que te menten, me duele el corazón al saber que no me amabas que no iba a más cuando para mi eras tanto y tanto te amé.

Perdona que llore en palabras pero cuanto más tiempo pasa más me doy cuenta de que no volverás y el corazón se me oprime y me falta el aire. Claro que ahora puedo volar sin peso, pero casi es volar sin consciencia cuando pensaba que volaría para siempre de tu mano, mi compañero de viaje, mi amigo, mi amor.


Está bien, cuando cierre este punto. Cuando acabe esta página intentaré no volver a leer aunque hayas sido la mejor de las lecturas que podría haber imaginado. Perdona por el sueño, por salvarnos, por acomodarnos, porque acabara. 

domingo, 23 de agosto de 2015

Eucalipto



Cuando mamá olía a eucalipto sabíamos que las cosas no iban bien.  Sabíamos que pasaba algo, tanto el olor como su maquillaje excesivo nos decía que algo fallaba.
Aun cierro los ojos y puedo recordar perfectamente el color de su pelo a través del sol otoñal, su risa en primavera y sus ojeras cuando algo iba mal. Cuando era pequeño no era muy consciente de lo que ocurría pero intentaba darle todo el amor que podía y portarme lo mejor que mi edad me permitía.
Cuando mamá empezó a oler a eucalipto para siempre papá dejó de aparecer por casa. Decían que tenía mucho trabajo y que por eso no dormía ni comía en casa. Un día dejó de venir y no volvimos a saber de él. Cada vez que preguntábamos donde estaba, mamá decía que era difícil, que en ese momento no lo entenderíamos y que en algún momento nos lo explicaría cuando pudiéramos entender que las personas no siempre son lo que parecen y que no siempre sienten lo que hacen ni pretenden lo que dicen.
Los años han pasado y hace mucho dejamos de preguntar por él, al igual que dejo de sorprendernos el olor a eucalipto constante en casa.
Mamá empezó a trabajar también. Antes teníamos miedo de que trabajara tanto como papá y que un día no volviera pero siempre regresaba y nos regañaba por estar despiertos a esa hora teniendo cole al día siguiente.
Hoy, 23 años más tarde, mamá no huele a eucalipto, aunque sin maquillaje ahora vemos todas las ojeras que ha adquirido con el paso de los años y cada rastro que la edad dejó sobre su piel.
Hoy. 23 años más tarde, mamá nos contó que papá no era feliz, que no la amaba como había prometido y que había decidido que no quería ese futuro que habían planeado juntos. Había sido un cobarde, no pudo decidir marcharse, siempre volvía y ella siempre lo recibía esperando que no se marchara nunca más. Hasta que se fue y nunca más volvió, olvidándose de ella, de nosotros y de todo lo que nos había prometido.
Hoy, 23 años más tarde, mamá está postrada en una cama. Ha dejado de luchar contra el cáncer que el tabaco le causó. Ya no llora ni ríe.  Se ha despedido de nosotros y nos ha pedido que saliéramos de la habitación.
Ha dicho que se quería marchar tranquila.

martes, 30 de diciembre de 2014

Tan mío y tan ajeno.

Tan mío y tan ajeno. Un recuerdo del pasado que cada vez está más presente y no pretendo olvidarlo en algún futuro más cercano.

Palabras que antes eran el sello de tu voz, de todo aquello que nunca dijiste en voz alta, que ahora suenan vacías cuando antes estaban llenas de amor y algo que podríamos denominar esperanza.
Todo cambia, el tiempo pasa, pero nada cambia y el tiempo se ha parado. ¿Paradójico no?
Aunque todo parece en continuo movimiento el mundo no gira a la misma velocidad desde que no estas a mi lado. Fíjate que he intentado medirlo, he intentado empujar a la Tierra para que volviera a coger el mismo ritmo, pero una vez que paró no hubo quien lograra que olvidara la soledad que la acosó por tanto tiempo. Es una despechada.
La oscuridad brillaba mucho más cuando tú me mirabas a los ojos y aunque yo no viera nada sabía perfectamente donde encontrar cada huella de tu piel, cada lunar escondido en tu espalda y todas esas sonrisas que cual pícaro me regalabas. Con tu tacto hacías que todas las estrellas fulminaran cualquier idea que rondara mi cabeza. El cosmos se paraba cuando hacías amago de acercarte a mí y contenía la respiración para no robarnos ni una sola gota del aire que tú y yo compartíamos.
He intentado mil veces escribir en verso para emularte, pero ni mis palabras ni mis recuerdos me acompañan. Parece que me desposeíste de todo aquello que alguna vez pude llamar mío. Te adueñaste de ello y ya no hay dios que me devuelva todo aquello que de mis manos arrancaste o que yo te di de buena gana. La verdad ya no me acuerdo… total, qué más da.
Cualquiera se atreve a decir que fue culpa tuya, no  vaya a ser que se me crucen los cables y vaya a recuperarlo, aunque  la verdad, me aterra, no sea que yo tampoco pueda volver y llegue a denominarme tuya de nuevo.
Mío. Tuyo. Nuestro. De nadie. Alguien puso un cartel de “se busca” para encontrar a esas personas que tan locamente se querían. “¡Qué lindo!” nos decían. Pobres ingenuos que no eran conscientes de la guerra que estaba habiendo en la pasividad de sus palabras. La guerra que acabó con nosotros y con lo que fuera que habíamos decidido enfrentarnos.
Una guerra de bombas que estalló en miles de pétalos blancos, al caer se volvieron rojos para camuflarse con la sangre que salía de nuestras heridas, esas que nos hicimos el uno al otro aunque nos amábamos con locura.
Mío. Tuyo. Nuestro. De nadie. Se ha perdido la esperanza de que alguien levante el teléfono, se trague un poco su orgullo y que al responder diga:
-“¿Hola?”

-Te he echado de menos.

sábado, 30 de agosto de 2014

Recuerdos en Montjuic

Tu silueta se formaba cada vez que el agua se elevaba y se precipitaba sin impedimento al suelo mientras la música sonaba como una burla a cualquier recuerdo nuestro.
A veces las mayores despedidas se dicen en silencio mientras el frio acaba por congelar, lo que en algún momento creías lo más importante en tu vida, una relación destinada a no ser. Curiosamente reviví cada uno de los lunares de tu cara, la suavidad de tus manos y el brillo de tus ojos mientras el agua de colores aparecía frente a mí, niños lloraban, gente corría para no mojarse y otros no lo hacían levantando la cabeza para que el frescor de esa noche en la ciudad condal los invadiera completamente.
Ahora mismo no podría enfadarme con nada que lo haya hecho antes, estoy demasiado agradecida a todos esos buenos momentos que me han ayudado a llegar hasta donde estoy hoy. La verdad me aterra en muchos aspectos, la pérdida siempre me ha causado un sentimiento de respeto y temor, queriendo hacerme inmortal en muchos recuerdos y muchos momentos que, al mirar atrás, me definieran. Podría enfadarme, es cierto. Enfadarme por tomar malas decisiones, por perder gente a la que he querido, por no luchar lo suficiente, por volver a elegirte una y otra vez en distintos universos y realidades paralelas porque no sería quien soy si no fuera gracias a ti, a tu manera de hacerme reír, a tu manera de jugar con los niños con tu nariz de payaso( siempre lista para hacer disfrutar a los demás), tus ganas de comerte el mundo y tus consejos de abandonar esos pesos que no dejan que navegues libremente ( aunque eso significara dejar a tu mejor amigo o alejarte de quien más querías).


Tu silueta se formaba cada vez que el agua se elevaba y se precipitaba sin impedimento al suelo mientras la música sonaba como una burla a cualquier recuerdo nuestro y yo solo deseaba que estuvieras mirando la misma luna recordando lo felices que fuimos

miércoles, 13 de agosto de 2014

¡Por Dios! ¡Lárgate de aquí y no vuelvas nunca!...Por favor, lo necesito."

"No sé cómo más decirte que me dejes, que dejes de torturarme cada noche, que dejes de aparecer en cada pequeña cosa que puedo pensar,que me dejes vivir tranquila.

¿Por qué te niegas tanto a irte? Cuando lo hablamos en persona no tuviste ningún problema en cerrar la puerta mientras yo lloraba silenciosa por tu marcha.
Te odio y a la vez te amo tanto que me duele.

¡Por Dios! ¡Lárgate de aquí y no vuelvas nunca!...Por favor, lo necesito."