martes, 30 de diciembre de 2014

Tan mío y tan ajeno.

Tan mío y tan ajeno. Un recuerdo del pasado que cada vez está más presente y no pretendo olvidarlo en algún futuro más cercano.

Palabras que antes eran el sello de tu voz, de todo aquello que nunca dijiste en voz alta, que ahora suenan vacías cuando antes estaban llenas de amor y algo que podríamos denominar esperanza.
Todo cambia, el tiempo pasa, pero nada cambia y el tiempo se ha parado. ¿Paradójico no?
Aunque todo parece en continuo movimiento el mundo no gira a la misma velocidad desde que no estas a mi lado. Fíjate que he intentado medirlo, he intentado empujar a la Tierra para que volviera a coger el mismo ritmo, pero una vez que paró no hubo quien lograra que olvidara la soledad que la acosó por tanto tiempo. Es una despechada.
La oscuridad brillaba mucho más cuando tú me mirabas a los ojos y aunque yo no viera nada sabía perfectamente donde encontrar cada huella de tu piel, cada lunar escondido en tu espalda y todas esas sonrisas que cual pícaro me regalabas. Con tu tacto hacías que todas las estrellas fulminaran cualquier idea que rondara mi cabeza. El cosmos se paraba cuando hacías amago de acercarte a mí y contenía la respiración para no robarnos ni una sola gota del aire que tú y yo compartíamos.
He intentado mil veces escribir en verso para emularte, pero ni mis palabras ni mis recuerdos me acompañan. Parece que me desposeíste de todo aquello que alguna vez pude llamar mío. Te adueñaste de ello y ya no hay dios que me devuelva todo aquello que de mis manos arrancaste o que yo te di de buena gana. La verdad ya no me acuerdo… total, qué más da.
Cualquiera se atreve a decir que fue culpa tuya, no  vaya a ser que se me crucen los cables y vaya a recuperarlo, aunque  la verdad, me aterra, no sea que yo tampoco pueda volver y llegue a denominarme tuya de nuevo.
Mío. Tuyo. Nuestro. De nadie. Alguien puso un cartel de “se busca” para encontrar a esas personas que tan locamente se querían. “¡Qué lindo!” nos decían. Pobres ingenuos que no eran conscientes de la guerra que estaba habiendo en la pasividad de sus palabras. La guerra que acabó con nosotros y con lo que fuera que habíamos decidido enfrentarnos.
Una guerra de bombas que estalló en miles de pétalos blancos, al caer se volvieron rojos para camuflarse con la sangre que salía de nuestras heridas, esas que nos hicimos el uno al otro aunque nos amábamos con locura.
Mío. Tuyo. Nuestro. De nadie. Se ha perdido la esperanza de que alguien levante el teléfono, se trague un poco su orgullo y que al responder diga:
-“¿Hola?”

-Te he echado de menos.

sábado, 30 de agosto de 2014

Recuerdos en Montjuic

Tu silueta se formaba cada vez que el agua se elevaba y se precipitaba sin impedimento al suelo mientras la música sonaba como una burla a cualquier recuerdo nuestro.
A veces las mayores despedidas se dicen en silencio mientras el frio acaba por congelar, lo que en algún momento creías lo más importante en tu vida, una relación destinada a no ser. Curiosamente reviví cada uno de los lunares de tu cara, la suavidad de tus manos y el brillo de tus ojos mientras el agua de colores aparecía frente a mí, niños lloraban, gente corría para no mojarse y otros no lo hacían levantando la cabeza para que el frescor de esa noche en la ciudad condal los invadiera completamente.
Ahora mismo no podría enfadarme con nada que lo haya hecho antes, estoy demasiado agradecida a todos esos buenos momentos que me han ayudado a llegar hasta donde estoy hoy. La verdad me aterra en muchos aspectos, la pérdida siempre me ha causado un sentimiento de respeto y temor, queriendo hacerme inmortal en muchos recuerdos y muchos momentos que, al mirar atrás, me definieran. Podría enfadarme, es cierto. Enfadarme por tomar malas decisiones, por perder gente a la que he querido, por no luchar lo suficiente, por volver a elegirte una y otra vez en distintos universos y realidades paralelas porque no sería quien soy si no fuera gracias a ti, a tu manera de hacerme reír, a tu manera de jugar con los niños con tu nariz de payaso( siempre lista para hacer disfrutar a los demás), tus ganas de comerte el mundo y tus consejos de abandonar esos pesos que no dejan que navegues libremente ( aunque eso significara dejar a tu mejor amigo o alejarte de quien más querías).


Tu silueta se formaba cada vez que el agua se elevaba y se precipitaba sin impedimento al suelo mientras la música sonaba como una burla a cualquier recuerdo nuestro y yo solo deseaba que estuvieras mirando la misma luna recordando lo felices que fuimos

miércoles, 13 de agosto de 2014

¡Por Dios! ¡Lárgate de aquí y no vuelvas nunca!...Por favor, lo necesito."

"No sé cómo más decirte que me dejes, que dejes de torturarme cada noche, que dejes de aparecer en cada pequeña cosa que puedo pensar,que me dejes vivir tranquila.

¿Por qué te niegas tanto a irte? Cuando lo hablamos en persona no tuviste ningún problema en cerrar la puerta mientras yo lloraba silenciosa por tu marcha.
Te odio y a la vez te amo tanto que me duele.

¡Por Dios! ¡Lárgate de aquí y no vuelvas nunca!...Por favor, lo necesito."

sábado, 2 de agosto de 2014

Estación Sur

Fuera hace unos 40 grados y en el bus todos nos moríamos de frío.
Al viajar 'express' te aseguras de que ningún ser humano ocupe parte de tu espacio vital por un módico precio. Me he dado cuenta de que cuanto mas pasa el tiempo y mas facilidades tenemos para comunicarnos más vergüenza nos da hacerlo en persona, sino que se lo digan a mi compañera de viaje. 

He bajado del bus mentalizandome al cambio de temperatura, algo adormilada porque llevo desde las 5 de la mañana en pie acabando todo lo que no he hecho en la ultima semana.
Voy a tener que esperar, mientras camino pienso si quiero mi café con leche fría, al tiempo o caliente, descartando absolutamente usar hielo para enfriar mi café. ¿Hace cuanto no paso por aquí? Están haciendo obras en la estación y echo de menos tener que pasar por aquí para ir a coger mi próximo vuelo. Sigo caminando y de repente he visto unos ojos... ¡Guau! Cómo estando tan tan lejos puede hacer que todo vibre de esa manera? Nos miramos, aparto la mirada. Volvemos a mirarnos, el aparta la mirada. Volvemos a mirarnos , fijamente, sin apartarla , el pasillo se acaba y nos seguimos hasta el final, en silencio, sin pestañear hasta que un muro aparece. Querría haber bajado y haber preguntado el nombre que acompaña a esos dos ojos pero no lo he hecho.

Estoy en la cafetería y finalmente me he decantado por un café con leche largo de café con leche al tiempo y doble de azúcar. Probablemente las camareras piensen que estoy loca porque llevo diez minutos escribiendo en servilletas con un bolígrafo verde moco para no permitirme olvidar esa mirada.

lunes, 23 de junio de 2014

"Créeme. No, mejor no me creas."

"Créeme. No, mejor no me creas.

Hace mucho tiempo los escritores se quedaron sin historias que contar, hace mucho tiempo los compositores no encuentran esa nota mágica para crear una obra maestra, hace mucho tiempo los pintores perdieron el color y se zambulleron en blanco y negro.

Nadie es más feliz de lo que una vez fue, ni nadie ha estado más triste de lo que pueda recordar. Todo esto nos pasa por las fechas de caducidad que autoimponemos y fuimos tan soberbios que pusimos fecha de caducidad al tiempo callando al ‘tic- tac’ del reloj de cuco.
Parece que el tiempo se hubiera parado para todos y nadie se da cuenta de lo que está ocurriendo.

Sobre todo gran recuerdo hay un gran montículo de cenizas, sobre todo gran amor hay corazones rotos por culpa de la necedad y el orgullo. Qué vamos a hacerle, somos así y así nos quisimos… y así nos queremos.

Perdóname por recordarte nuestras culpas, pero la madre del pajarillo del reloj está preocupada por no haber vuelto a oír a su pequeño cantar tan fuerte como antes, teme que no vuelva a oírlo igual. No he podido decirle que era nuestra culpa, que tú y yo le echamos una carrera al tiempo y este nos ganó sin esfuerzo alguno y nos vengamos parándolo en un ‘para siempre’ extinto."

viernes, 4 de abril de 2014



Quería decirte adiós, de verdad que lo intenté pero no pude.
Quería decirte cuanto significabas para mi
Quería que recordaras cada uno de los matices de mi voz pero nunca llegaste a oírlos.

El héroe en escena con todo el coro detrás gritando palabras de suicidio, ni uno de ellos habría hecho nada por salvarlo.Su corazón se apagaba como una vela con cada minuto que pasaba y nunca te importó si os quedabais a oscuras o estabais bajo un sol radiante.

Hay cosas que no se olvidan; su olor, su piel, su calor, sus sonrisas. Pero hay muchas otras que no se pueden guardar como el sonido de su risa.