miércoles, 18 de diciembre de 2013

Tu mecánica de la palabra me trastorna.
A veces intento ignorarla pero en el momento el que oigo el sonido de tu primera sílaba  me pierdo entre suspiros y entre nubes que hablan de futuro.


Quizá mezclarte con el  tiempo no sea buena idea pero pretender abstenernos a él hace que se me crucen los cables y tenga que pararme en seco en busca del camino que por tu culpa perdí hace tanto tiempo.
La ciudad se ha perdido entre la niebla de lo obvio y aunque sé que estás ahí no puedo verte. El invierno se ha puesto enfermo y le lloran los ojos, su alma se está congelando poco a poco en espera del calor porque aunque brille el sol  su luz no brilla lo suficiente como para hacerle sonreír.

  La escarcha aparece todos los días y cuando al fin empieza a derretirse la temperatura baja y vuelvo a verme en la soledad de mi cama fría cada noche.                          
Quizá nunca me atreva a que escuches los gritos de mis silencios, pero tu voz me perturba  y olvido hacia donde estaba yendo.


Siempre que te veo me estás esperando entre libros  y no puedo más que envidiar a esas páginas que gozan del tacto de tus manos hasta que encuentro el valor de perderme entre tus brazos.