Lo que más duele del fin es perder quien serías aunque quien
eres siga estando intacto. Querría decir que todas las partes de mi siguen
siendo mías y siguen siendo propias, dueñas de lo que sienten y de lo que
hacen.
Parece que no pueden entender que aunque sigo siendo yo ya
no soy la misma. Una parte de mí, la que soñaba un futuro a tu lado ha muerto, catastróficamente
y no volverá a la vida. Suena fatídico, aunque quizá no lo es tanto ya que,
cual ave fénix, sueños pueden resurgir de esas cenizas en las que yaces muerto,
en silencio e inmutable.
Quizá lo que más me ha dolido ha sido tu falta de valentía,
que no fueras capaz de arriesgarte y amarme de verdad. Otra vez se puso serio y
huiste, como siempre haces, aunque parece que a mí se me olvidara tu complejo
ceniciento en el que sales corriendo despavorido cuando llega la hora.
Ojala me hubieras avisado de que las doce llegaban ya y así podría
haberme preparado para el golpe, para no salir del castillo, para no encontrar
el zapato de cristal. Simplemente hubiera dejado que nunca hubieras sido ¿habría
sido posible?
Podría sonar como si me arrepintiera de todo lo que sentí y
viví contigo. Para nada.
Volvería a vivir cada una de esas cosas con mayor intensidad
aun, para dejarte bien marcado en mi mente y en mi cuerpo y no perderte nunca
aunque lo intentara. Echo de menos tus abrazos, tus besos en mi frente y cuando
te brillaban los ojos al mirarme.
Puede que nunca brillaran realmente y que solo fuera un
reflejo de la luz, por eso quizá pensé que me querías aunque luego no hubiera más
que afecto y costumbre. Que tonta fui en eso… Podríamos seguir siendo amigos, éramos
buenos amigos, pero, en realidad, no puedo. No puedo hacer como si solo fueras
un amigo porque te quiero demasiado, sueño contigo, sueño con tus manos, con
tus besos, con tu piel…No puedo hacer como si nada de eso hubiera existido.
Me dueles en la piel, tú y tu nombre, tu recuerdo, que te menten,
me duele el corazón al saber que no me amabas que no iba a más cuando para mi
eras tanto y tanto te amé.
Perdona que llore en palabras pero cuanto más tiempo pasa
más me doy cuenta de que no volverás y el corazón se me oprime y me falta el
aire. Claro que ahora puedo volar sin peso, pero casi es volar sin consciencia
cuando pensaba que volaría para siempre de tu mano, mi compañero de viaje, mi
amigo, mi amor.
Está bien, cuando cierre este punto. Cuando acabe esta
página intentaré no volver a leer aunque hayas sido la mejor de las lecturas
que podría haber imaginado. Perdona por el sueño, por salvarnos, por
acomodarnos, porque acabara.