lunes, 23 de junio de 2014

"Créeme. No, mejor no me creas."

"Créeme. No, mejor no me creas.

Hace mucho tiempo los escritores se quedaron sin historias que contar, hace mucho tiempo los compositores no encuentran esa nota mágica para crear una obra maestra, hace mucho tiempo los pintores perdieron el color y se zambulleron en blanco y negro.

Nadie es más feliz de lo que una vez fue, ni nadie ha estado más triste de lo que pueda recordar. Todo esto nos pasa por las fechas de caducidad que autoimponemos y fuimos tan soberbios que pusimos fecha de caducidad al tiempo callando al ‘tic- tac’ del reloj de cuco.
Parece que el tiempo se hubiera parado para todos y nadie se da cuenta de lo que está ocurriendo.

Sobre todo gran recuerdo hay un gran montículo de cenizas, sobre todo gran amor hay corazones rotos por culpa de la necedad y el orgullo. Qué vamos a hacerle, somos así y así nos quisimos… y así nos queremos.

Perdóname por recordarte nuestras culpas, pero la madre del pajarillo del reloj está preocupada por no haber vuelto a oír a su pequeño cantar tan fuerte como antes, teme que no vuelva a oírlo igual. No he podido decirle que era nuestra culpa, que tú y yo le echamos una carrera al tiempo y este nos ganó sin esfuerzo alguno y nos vengamos parándolo en un ‘para siempre’ extinto."